domingo, 13 de febrero de 2011

Punto en movimiento

Al mundo lo rigen las líneas.

Por todos lados, me persiguen y a veces las aborrezco. Las líneas te dicen dónde terminan las cosas, dónde empiezan y separan conjuntos.

Tenemos líneas para diferenciarnos entre nosotros. A veces las líneas son paredes, a veces las líneas son fronteras.

Un punto en movimiento. Recto, curvo, premeditado o aleatorio.

Pueden ser una meta o un horizonte. Pueden salirse del plano y crear un objeto, pueden sacarte un ojo o pueden envolver tu corazón.

Tengo mis líneas favoritas. Esas que quisiera traducir a mis otros sentidos.

Quisiera poder sentir el aroma de aquella línea que separa al cielo del mar, quisiera poder escuchar las curvas de una escultura, quisiera poder abrazar las franjas de la carretera y saborear por siempre esa pequeña línea sobre tu boca que se forma cuando sonríes.

Son necesarias, lo admito. Sin ellas nada tendría forma, todo se mezclaría como pinturas fuera del contenedor.

Creo que entre nosotros deberían desaparecer las líneas... para poder fundirnos en uno, para no volver a sentirnos tan cercanos pero tan delimitados por una forma tan estricta. Que al tocarnos desaparecieran y ahora sí, nos mezcláramos en colores nuevos.

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