Ah que linda es la familia. Nada como llegar de nuevo a Long Beach y enterarse del chisme del año. Que si fulanita quedó embarazada... de nuevo, que si menganito golpeó al padrastro con un bastón y se lo quebró en la cabeza (¡Es historia real!), que si la tía zutana ya se casó por enésima vez. Puras de esas se avienta mi familia, y como es mia pues yo la respeto, de hecho me siento mas o menos bien sabiendo que la familia que me tocó es la menos fregada.
Mi bisabuela es de acero. Tiene casi 90 años y se dedicaba a cuidar a una señora más anciana que ella (pero por desgracia falleció hace como 3 años). El año pasado se le detectó cáncer, la operaron y al parecer hoy está sana. ¿Cuáles son sus marcas de guerra? arrugas, pelo blanco como hojas de papel, y un dedo anular derecho inmóvil... ¡Es todo! Ésta mujer no para, vende dulces en la iglesia y además cuida al "Tury". El Tury es un muchacho de 30-y-algo que quedó huérfano cuando murió la gemela de mi tía Rosa. El típico muchacho que vive en la casa de sus padres (en este caso, la casa de mi bisabuela) y que no tiene un empleo estable (pero que se niega a trabajar por menos de 15 dlls la hora, eso sí).
Ya habiendo visitado a la bisabuela, era hora del paseo.
Disney era nuestro destino. "Está cerca" decía mi tía mientras conducía por el "freeway". ¿Cerca? cerca para los gringos, para mí fue como hora y media de sufrimiento en el asiento trasero. Pues ya, llegamos al afamado Disneyland con nuestra mochilota. El paquete constaba de: almuerzo (sandwich y gatorades), chamarras (el clima era impredecible), dinerito (para los "recuerditos"), y nuestros boletos en especial que encontramos en la Vons (pague un día y se lleva otro gratis).
Antes que nada debo mencionar que la última vez que había ido yo tenía como 5 años. No me dejaron subir al Indiana Jones, Space Mountain, Splash Mountain ni a White Mountain (lo sé, es como no haber ido jamás). Se imaginarán mi expresión facial cuando llegué a Indiana Jones y tres tipos vestido ridículamente me dijeron que el juego estaba descompuesto. Después hice fila en Splash Mountain por aproximadamente 20 minutos, hasta que anunciaron que el juego estaba fallando, que me fuera a hacer fila a otra parte. Supongo que soy de las pocas personas que han maldecido en Disney. Me fui a Space Mountain a hacer una fila como de una hora y debo admitir que ese juego fue muy divertido (aunque comparando la duración del juego con la fila... no lo vale). Para el final del día logré subirme a todos los juegos que quise (Sí, Indiana Jones y Splash Mountain abrieron en la noche). Una calificación que le daría a mi experiencia en Disney sería como un 7.6, las razones sobran. Las botargas de los personajes huyeron de mí, todo estaba muy caro, los juegos no eran la gran cosa, el desfile era el mismo que vi cuando tenía 5, y casi no me subía al Indiana Jones (¿Qué les pasa?).
Al día siguiente (recuerden, la especial, dos días). Fuimos al California Adventure y pienso que estuvo mejor. Para empezar nunca había estado ahí así que todo era nuevo. Había menos gente, y más botargas (Tengo una obsesión con ellas). Los juegos estaban menos viejos y más divertidos. A mi experiencia en California Adventure le doy un 8.6.
Y así se acabó lo más interesante en U.S.A. Volvimos a nuestra chosita en Mexicali para... hacer tarea. Sí, había olvidado que tenía tarea de Nicho así que tuve que resignarme y dedicar mis últimos tres días de vacaciones a investigar la célula y sus organelos (vaya descanso) y a hacer un ensayo acerca del papel de la mujer en la literatura para la maestra Jelirali.
Bueno, eso es todo (bueno no todo, pero sí lo más interesante) que hay para contar acerca de éste viaje. Supongo que no es nada del otro mundo, es decir, no me fuí a Aspen a esquiar o a Cancún en busca de bronceados americanos con six pack. Pero esas son las vacaciones que puedo pagar y hasta eso que me divertí bastante.
