sábado, 22 de marzo de 2008

Mi viaje a la tierra de las "burgers" parte I

El pasado Domingo recibimos una inesperada visita de parte de mi tía Rosa. Ella es una mujer con bastantes años recorridos pero con un espíritu de veinteañera. Entró por la puerta e inmediatamente me pregunté "¿Y esa güera quien es?". Mi mamá me regañó por no saludar a la "Tía Rosa" y yo como soldadito en guerra me paré a saludarla en cuanto me lo ordenaron. Ella se acercó pavoneándose como muñeca Betty Boop de tamaño real y me saludó con los típicos diminutivos embarazosos que todos hemos escuchado alguna vez.

A la mañana siguiente la llevamos a dar la vuelta pues ella viene de Los Ángeles y no podíamos dejar escapar la oportunidad de salir a desayunar a un buen sitio desde quien sabe cuando. Nos encontrábamos en famoso restaurante mexicalense con nombre de instrumento musical (frecuentemente relacionado con bodas, misas, y la independencia) cuando se me ocurrió la brillante idea de presionar a mi madre para que fuéramos al otro lado "de visita" aunque mis planes no eran exactamente esos. "¡A ver cuando vamos para allá a visitar a los demás tíos!" (cabe mencionar que no es mi "tía tía" sino mi "tía abuela" pero ese título la hace sentir anciana y está estrictamente prohibido). Obviamente ya sabía que se iba a ofrecer en llevarnos (cosa de la que se iba a arrepentir después) y simplemente fue cuestión de 3....2....1... "¡VAYAN! YO LOS LLEVO"... Mi mamá desde luego y como siempre con humildad le dijo "¡No, pero cómo! ¿No sería muy complicado?" a lo que mi tía respondió "Para nada, nos iríamos mañana y yo los regreso el jueves o el viernes". Todo listo. Ya estábamos con una pierna en el carro cuando recordamos un mínimo detalle que se convertiría en un calvario de 3 horas... no teníamos permiso.

El mismo día ocúrresele a mi madre ir a las 12 de la noche por los permisos. Ahi nos ven con la muestra de sangre de la tortuga y el papanicolau de la abuela del vecino, todo en un foldercito manila a las 12 de la noche y haciendo fila afuera de la garita vieja con una refrescante temperatura de 10 grados centígrados o menos. Frente a nosotros tres estudiantes de medicina de la UABC que no paraban de hablar y atrás venían unas señoras que habían hecho no-se-cuantas horas de fila para cruzar a EU y se habían regresado para sacar los permisos. Calvario de 3 horas que nos hechamos para que un gringo pelón nos dijera "Est'ah biaan, aqueeh tenen sus permeesos" en 3 minutos. Pero bueno, mínimo nos los dieron.

A la mañana siguiente nos levantamos como a las 8 para hacer maletas. Yo todavía con el almohadazo y la boca hinchada metí 4 pantalones y el mismo número de blusas (ni siquiera sabía si combinaban pero no me importaba mucho) una sudadera y mi bolsita del maquillaje. Ya para las 10 estábamos en el carro listos para llegar al país vecino. Otra espera, otra tortura de 4 horas sentada en el carrito de mi tía (eso sí, era Lincoln). Mi hermano cada 5 minutos me decía "No te quedes dormida con el ipod puesto" y ni caso le hice. A medio camino mas o menos llegamos a un Sizzler en Coachella, donde la dichosa barra de buffet eran tres rebanadas de melón y un pepino, aunque yo con eso me conformaba, no traía mucha hambre (andar en carro me marea mucho).

Al fin llegamos a la tan esperada casa de la Tía Rosa. Todo estaba igual que cuando tenía 10 años. Las paredes eran de colores brillantes (y cada una de color diferente), una mesa que tenía forma de león a la cual mi tía le puso unas ramitas de plástico para taparle las partes nobles de dicho felino, millones de espejos por todos lados y de diferentes estilos. Uno de los baños tenía una tapadera con el dibujo de unas flamas estilo hot wheels, y arriba en el cuarto donde yo iba a dormir estaban unas muñecas diabólicas con trajes de "native american" que me miraban feo y tuve que esconder en el closet para que no me dieran pesadillas. En el comedor estaba un dibujo con un águila calva que sostenía una bandera de Estados Unidos y decía "Proud to be American" JA!! mi tía más purépecha que nada y con esas cosas, pero bueno, el marido es gringo, ¿Qué se puede hacer? a lo mejor por eso mismo se pintó el pelo güero. Cabe mencionar que cuando el gringo le hablaba por celular ella se transformaba de una mujer alborotada de 40 o 50 y tantos en una adolescente de 15. Se enrollaba el cabello en los dedos y masticaba chicle de manera extraordinariamente ruidosa mientras se carcajeaba de lo que decía el Glen (así se llamaba su marido, quien por cierto andaba de viaje en Miami).

A la mañana siguiente tocaba visitar a la familia, fuimos con mi bisabuela.

miércoles, 5 de marzo de 2008

...Mudanza

Por cuestiones emocionales, privadas, artísticas y personales, he decidido dejar mi blog antiguo de msn spaces y comenzar éste nuevo. Trataré de postear, no solamente textos o reflexiones (o hasta cartas de odio jaja), sino que también se incluyan imágenes y plasmar mi vida diaria tal y como yo la veo.

Bueno, los dejo solos con su soledad y ojalá que sigan leyéndome (porfavor háganlo!)

Amor y paz :]

martes, 4 de marzo de 2008

una frase...

Llamamos locos a los que piensan diferente a nosotros

Aburridos a los que piensan igual

Sabios si piensan mucho más que nosotros

Tontos a los que piensan menos



y nosotros... bueno, sólo somos "nosotros"



pues a lo largo de nuestra vida no tendremos el valor de denominarnos de alguna forma